martes, 24 de febrero de 2009

ANDALUCIA. Las peticiones del Turno de Oficio se disparan en Marbella.

23.02.09 -M. J. CRUZADO| MARBELLA

El aumento de la litigiosidad derivada de la crisis, el incremento de los expedientes de expulsión a extranjeros y el menor poder adquisitivos de los ciudadanos han provocado que la petición de abogados de oficio se dispare en Marbella. Según las cifras aportadas por la Delegación del Colegio de Abogados de Málaga este incremento ha sido del 35,25 por ciento en el último año y del 53,6 en los últimos dos. En total se han recibido 3.759 peticiones y sólo un 7,3 por ciento se han denegado o archivado por no cumplir con los requisitos económicos que se exigen para solicitar abogado de oficio. La crisis económica no sólo se traduce en cierre de empresas y desempleo. Para algunos sectores como la abogacía significa un claro aumento del trabajo, aunque para ello muchos bufetes de Marbella especializados en asesorar a inversores inmobiliarios hayan tenido que reciclarse y trabajar ahora en desahucios, reclamaciones de cantidad, impago de préstamos hipotecarios y rescisión de contratos con las promotoras en la compra de viviendas.
Se mantiene la tendencia de que la mayoría de las solicitudes son letrados que asisten a personas detenidas o que están presas tras prestar declaración en el juzgado, un 64,9 por ciento. Son destacados los aumentos que han sufrido determinadas materias. La atención a las víctimas en diligencias penales en violencia doméstica ha sufrido el mayor incremento (72,1 por ciento más) motivado, en parte, por el aumento de los casos de malos tratos, pero sobre todo, por la existencia de un juzgado especializado en esta materia que en enero cumplió un año de vida. Otro de los asuntos que mayor subida experimentaron en 2008 son las reclamaciones por despidos, pensiones y temas laborales, un 200 por ciento, si bien el número de solicitudes en sí, unas 15, no es especialmente significativo. Este aumento responde a la mayor conflictividad que ha originado la crisis. En la vía civil, donde se tramitan los asuntos por desahucio de viviendas y reclamaciones de cantidad también se refleja la situación económica con un aumento del 44 por ciento respecto a 2007.
El resto de parámetros también han sufrido un incremento espectacular que se traduce en más trabajo para los letrados marbellíes adscritos al turno de oficio (135 de los 820 colegiados en total). Así, también han aumentado las solicitudes en materia penal, en causas graves en las que se pide más de seis años de prisión para el detenido, en menores imputados y hasta en la vía contencioso-administrativa.

Mención aparte merece el turno de extranjería que empezó a funcionar en marzo de 2007. De 353 solicitudes en menos de un año se ha pasado a 493, la mayoría alegaciones al expediente de expulsión. «Aquí puede haberse producido una especie de efecto llamada por la creación del turno específico», apunta el presidente de la Delegación marbellí, Rafael Lima. También ha influido el aumento de los expedientes de expulsión.

En esto también hay picaresca, como explica Lima. «Hay solicitantes que saben que no cumplen los requisitos legales para solicitar un abogado de oficio y sin embargo lo piden. Además de ahorrarse el gasto de un letrado, podría ser condenado en la vía civil a pagar las costas del proceso -las minutas del abogado de la parte contraria-; si se han acogido a la justicia gratuita, está exento, al menos en los dos años siguientes si su situación económica no varía». Para solicitar abogado de oficio no debe pasar el doble del Indicador Público de Renta de Efectos Múltiples o IPREM, 12.405,60 euros anuales.

Las peticiones de abogados de oficio se disparan en Marbella
El turno de extranjería es uno de los que ha experimentado un mayor incremento, con un 39,6 % más de solicitudes en el último año. /JOSELE-LANZA
Fuente:www.diariosur.es

MADRID. El S.O.J. a mayores de 65 años no se privatiza

MADRID, 24 Feb. (EUROPA PRESS) -

Las protestas de los abogados del Turno de Oficio han logrado que el Servicio de Orientación Jurídica para Mayores permanezca en manos del Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) después de que la Consejería de Familia y Asuntos Sociales haya suspendido la adjudicación por concurso público, informó hoy el Colegio en un comunicado.

Gracias a un recurso presentado por el Colegio, este servicio volverá a regirse por el Convenio de Colaboración que existía con los abogados de Madrid. Se trata de una de las demandas del colectivo a las que se comprometió el consejero Francisco Granados en la reunión que mantuvo la pasada semana con el decano Antonio Hernández-Gil para calmar la tensión con el Turno de Oficio.

El colectivo emprendió hace unas semanas un calendario de movilizaciones para defender el modelo actual que sustenta la asistencia jurídica gratuita y reclamar el pago de la deuda de 24 millones de euros contraída por la Comunidad por no sufragar los honorarios de 2008. Además del aspecto económico, las protestas se producían a sazón de las sospechas sobre el supuesto interés del Ejecutivo regional en privatizar el servicio.

El colectivo esgrimía que el primer paso de la privatización era la convocatoria de concurso público para adjudicar el Servicio de Orientación Jurídica para Mayores. El beneficiario sería un prestigioso despacho de abogados, los mismos a quienes ahora la Comunidad ha dado la facultad de prestar cursos a los inmigrantes para asesorarles sobre las leyes españolas.

Por tanto, este servicio continuará ejerciéndose por el ICAM, según se recoge en la orden 195/09, de fecha de 18 de febrero, de la Secretaría General Técnica de la Consejería de Familia y Asuntos Sociales. Esta orden acepta el recurso interpuesto por el Colegio contra la prestación por concurso de dicho servicio.

CONVENIO DE COLABORACIÓN

En el recurso se solicitaba la suspensión de la resolución del Secretario General Técnico de la Consejería de 18 de diciembre de 2008, que publicaba la convocatoria, por procedimiento abierto, para la adjudicación del contrato de Servicios Orientación Jurídica para Personas Mayores.

Como reconoce la orden publicada, el recurso de reposición interpuesto por el ICAM no atañe ya al procedimiento de contratación seguido por la Consejería de Familia y AA.SS., sino "al propio instrumento legal elegido, el contrato de servicios".

La disposición de esta orden confirma que la prestación de este servicio de Orientación Jurídica para Personas Mayores se mantendrá como hasta el momento y se regirá por el Convenio de Colaboración del Colegio de Abogados de Madrid.

Fuente: www.europapress.es


ALICANTE. El Consell reduce los fondos .

Los colegios profesionales expresan a la consellera de Justicia su preocupación La Generalitat recuerda que el presupuesto ha ido creciendo desde el 2003.

En pleno azote de la crisis económica, que ha dejado en el paro y la ruina a cientos de miles de familias, la Conselleria de Justicia y Administraciones Públicas ha decidido recortar casi un 20% los fondos que destina a la asistencia jurídica gratuita, un derecho fundamental reconocido en el artículo 119 de la Constitución para todas aquellas personas que acrediten «insuficiencia de recursos para litigar».

Según las cifras facilitadas a este diario por la propia secretaria autonómica de Justicia, Patricia Montagud, el presupuesto destinado a pagar este año a los abogados de oficio asciende a 16.569.000 euros y a 1.870.710 el de los procuradores. En el 2008 la consignación fue de 20.569.000 y 1.870.710 euros, respectivamente.

No obstante, se da la circunstancia de que en el último ejercicio el Consell ya tuvo que recurrir a créditos extraordinarios para cubrir los casi 22 millones que finalmente facturaron los letrados. Es decir, si el Gobierno valenciano se quedó corto con aquella provisión de fondos, todo apunta a que el «desfase» será aún mayor en el 2009, en opinión del decano de los letrados alicantinos, Mariano Caballero.

Esta misma semana la junta directiva del Consejo Valenciano de Colegios de Abogados (CVCA) se reunió con la consellera de Justicia y Administraciones Públicas, Paula Sánchez de León, para expresarle su «preocupación» ante los recortes presupuestarios y los retrasos en los pagos.

«Ajustar las cifras»
Según Caballero, la consellera les tranquilizó, les dijo que no habría problemas y que debía «ajustar» las cifras. Los decanos confían en que la Generalitat hará frente al coste total que genere para sus arcas el Turno de Oficio este año «porque nunca ha dejado de pagar», pero consideran que estos desbarajustes generan «inseguridad» entre los profesionales.

«No es serio que cada año se tenga que estar recurriendo a créditos extraordinarios» para sufragar el servicio, señala Caballero. «Las cosas deben estar claras desde el principio», añade.
Montagud prefiere referirse al «incremento exponencial» que han registrado estas partidas presupuestarias desde el año 2003, cuando sólo se dedicaron 7.831.970 euros a los letrados y 1.259.980 euros a los procuradores. Claro, que en ese lustro la población de la provincia se ha disparado, sobre todo con la llegada de inmigrantes que están sufriendo actualmente con más crudeza que los españoles las consecuencias de la recesión.

No obstante, la secretaria autonómica asegura que un programa informático permitirá en breve a los servicios de orientación jurídica (SOJ) de los colegios profesionales establecer «más filtros dentro de la ley» en relación a los usuarios que piden un abogado de oficio.
¿Y no resulta contradictorio que la Conselleria recorte el presupuesto de este servicio fundamental precisamente en medio de una coyuntura económica que está multiplicando las solicitudes? Montagud responde que la Conselleria no tiene constancia de ese incremento porque «de momento no se ha trasladado a la Comisión de Asistencia Jurídica».

En cambio, el ex conseller Fernando de Rosa cifraba ya el 17 de agosto del pasado año, en una comparecencia pública, en un 50,2% el aumento de expedientes durante el primer semestre del 2008 respecto al mismo periodo del 2007.

Sólo el Icali, que abarca tanto la demarcación judicial de la capital como las de Villajoyosa-Benidorm, Dénia, Elda, Novelda, Villena e Ibi, tramitó durante el año pasado cerca de un 8% más de casos que el anterior. En concreto, fueron atendidas 1.972 solicitudes más, por lo que los asuntos gestionados pasaron de 25.121 a 27.093.

El Consell reduce un 20% los fondos para abogados de oficio en plena crisis
Una abogada de oficio atiende a un cliente en los Juzgados de Alicante. / UBALDO ARACIL

Fuente: www.laverdad.es

OPINION. La Justicia de todos.

Domingo, 22-02-09.

En la República de Platón, las ideas no están sólo en nuestra mente; forman parte del mundo de sombras que vislumbramos desde el fondo de la caverna: la belleza, la bondad, el círculo. Pocas ideas platónicas tienen los contornos difusos de la justicia y salen con su frecuencia de la boca de todos. Lo demostraría la estadística de las conversaciones sorprendidas en mitad de la calle: ¿cuánto hablamos de la virtud o del pentágono? Sin embargo, la justicia no ha merecido nunca tanto gasto como palabras gastadas. De otro modo, Don Quijote no habría tenido que liberar a aquellos hombres ensartados camino de galeras por el polvo de La Mancha, encontrando en cada uno razón suficiente para corregir a «la justicia» con valores más humanos: que lo que se puede hacer por bien no se haga por mal, el olvido para el reo de hoy que ya no es el mismo condenado de ayer. Cinco siglos después, seguimos galeotes presos de una justicia menor, sin nadie que escuche nuestras historias de ineficiencias, dilaciones o errores, por terribles que sean, con el poder de remediarlas. ¿Qué hacer hoy con esta justicia vilipendiada, que, por no tener, no tiene ni abogado que la defienda? Tal vez, por aproximarnos al «justo» medio, deberíamos recordar la independencia, la calidad y el esfuerzo, en conjunto, de nuestros jueces, el imposible ritmo de crecimiento de los litigios en los últimos años, o un proceso como el reciente del 11 M, resuelto ejemplarmente con unos abogados -en su mayoría de oficio- que han sabido servir a la justicia, en el buen sentido de la palabra.

La primera denuncia es la falta de medios. En tiempos de tan alta espiritualidad, eso significa dinero: más presupuesto para más y más pagados jueces, menor número de interinos de ocasión, nuevas tecnologías para esa «oficina judicial» que se nos presenta como solución a casi todos los problemas organizativos. Y es cierto; no porque estemos posados, como por casualidad, en un mal momento de la economía o porque tengamos gobernantes tan distraídos que no hayan reparado en las montañas de papel que desbordan las mesas de los juzgados, sino porque la prioridad de la justicia viene pospuesta de siglos, lastrada por una burocracia espesa, con la mala suerte de los problemas que sólo parecen tener solución a un plazo más largo que el de las próximas elecciones y porque un sistema judicial fuerte ha sido siempre un límite para quienes manejan los recursos públicos. Entiéndase en términos históricos. Ahora, ante otras bocas que alimentar, corremos el riesgo de que la justicia baje puestos en la escala de urgencias sociales: la inmigración, el desempleo, la inseguridad. Sin embargo, es en estos momentos cuando necesitamos más que nunca de ella, y de su ingrediente primario, la seguridad jurídica, para mantener cohesionada la sociedad y su esperanza en el progreso; para equidistribuir el infortunio y poder competir en una sociedad global.

Pero pensemos antes, por un momento, en soluciones cualitativas, empezando por la administración ordenada, en minúscula, de la Administración de Justicia. Resulta complicado extraer mayor rendimiento de recursos limitados allí donde los actores son, básicamente, funcionarios cualificados en otro tipo de competencias ligadas al conocimiento técnico en su especialidad: los jueces, igual que los abogados o los profesores universitarios no somos, en términos generales, gestores que hayamos accedido a nuestro estatuto profesional por la destreza en el manejo de recursos humanos, en la organización de equipos y en la programación de objetivos para el mejor aprovechamiento de los medios disponibles. Se podría decir algo parecido de muchos responsables políticos y, en el caso de la justicia, de los órganos de gobierno de los tribunales y del propio Consejo General del Poder Judicial donde, además, la «forma» de elección de sus vocales ha reducido arbitrariamente su procedencia y casi excluido a la abogacía, pieza básica del engranaje de la justicia. Pero el cambio no es imposible. Tenemos cerca ejemplos notables de modernización como el de la Administración Tributaria, seguramente más rentable en el corto plazo. Habrá que combinar la formación de nuestros funcionarios judiciales en tareas organizativas con la provisión de herramientas técnicas indispensables y -por encima de tentaciones corporativas- una mayor autocrítica y sensibilidad hacia la trascendencia social del ejercicio diario de sus funciones.

Además, la buena gestión no es fácil cuando dentro de las mismas cuatro paredes concurren competencias públicas diversas que rompen las relaciones jerárquicas entre funcionarios y generan improvisación y desorden: el Ministerio de Justicia sobre la dotación humana y material de los órganos judiciales en Comunidades sin competencias en justicia, y, siempre, sobre fiscales y Secretarios Judiciales; las Consejerías de Justicia de las Comunidades con competencias transferidas; el Consejo General del Poder Judicial, en materia de propuestas, nombramientos y responsabilidad disciplinaria; la Sala 3ª del Tribunal Supremo decidiendo recursos contra los actos del Consejo y definiendo lo jurisdiccional como espacio de poder exento de control. Añádase a la mezcla el difícil equilibrio, Administración por Administración, entre las competencias presupuestarias y las funcionales. Nadie tiene por sí solo la clave y no siempre las interacciones han sido las adecuadas para el buen orden del conjunto. Sin modificar un esquema orgánico con implicaciones constitucionales, los poderes públicos, los partidos y la sociedad tienen que reforzar la voluntad de entendimiento y la responsabilidad institucional para una armonización competencial de facto, ajena a prejuicios y alineamientos políticos predeterminados.
En fin, el empeño de todos los que operamos en el sistema de la justicia. La contraposición entre el Estado que monopoliza la acción de gobierno y la sociedad civil que la sufre se difumina mediante la idea motriz de la responsabilidad de todos; de una responsabilidad social aplicada a toda clase de corporaciones, funcionarios, profesionales, cada uno cuidando de mejorar su parcela y también algo de lo que queda fuera de ella. La responsabilidad como extensión voluntaria de la obligación. Hacer antes que pedir. En el Colegio de Abogados de Madrid acabamos de inaugurar un Centro de Responsabilidad Social de la Abogacía, que nace para impulsar y encauzar la acción de los abogados en favor de la sociedad, con el punto de mira en el derecho de defensa; y un Observatorio de la Justicia que, en conexión directa con los órganos judiciales, tratará de trasladar disfunciones y proponer soluciones en beneficio del justiciable. Pero de poco servirá la mejor disposición si otros operadores jurídicos no cuentan con quienes, parte necesaria del sistema, encarnamos el punto de vista del ciudadano; y si en esas y otras funciones sociales de nuestro Colegio, como la gestión del Turno de Oficio (750 designaciones diarias de abogados en Madrid) o los servicios de orientación jurídica (más de 160.000 asistencias al año), las administraciones públicas nos dan la espalda, le niegan a los abogados su remuneración o miran hacia otro lado buscando formas más complacientes o baratas de organizar la asistencia jurídica gratuita, despreciando nuestra capacidad para actuar de forma comprometida, libre e independiente.

En situaciones de crisis hay que poner en valor el esfuerzo combinado de los agentes sociales y su capacidad transformadora. Conocemos el riesgo de las grandes palabras; pero los abogados vivimos profesionalmente en el conflicto y en la lucha por su superación. Tenemos las habilidades para ayudar al diseño de leyes más justas y liderar el cambio político y social, como en la transición pusieron de manifiesto muy notables abogados o el espíritu cívico ante los compañeros de Atocha asesinados. Estoy seguro de que los abogados sabremos implicarnos más; dar ejemplo de cooperación, de denuncia y contradicción leal -también de autocrítica- para la resolución de los problemas de la justicia; y de que entre todos, acercaremos este valor, esencial para el Estado de derecho, al lugar que la Constitución y la sociedad demandan.

Fuente: www.abc.es